Es verano y sin embargo, despierto en la noche. Debería de resultarme extraño pero agradezco que no halla sido la luz a través de mi ventana la q hoy marca el comienzo de mi día.
Mi vestir; lo de siempre. Mis energías; ya no me asombra que en esta vida, no importa el tiempo con que uno disponga siempre el apuro está presente.
Me "aventuro" a la calle aunque mis andanzas ya no me agraden. Subo el cordón e instantáneamente paso a ser uno más. Uno mas luchando por llegar a alguna parte, uno más que deja de vivir por un momento para ser prisionero del tiempo. Uno más que llegará, o intentará llegar a ese lugar al que no desea llegar.
El viaje comienza tan rápido como veo salir el sol entre la urbanidad. Sé que no llegaré a tiempo. Quizás halle alguien a quien pueda yo culpar, pero eso no me interesa. Sólo intento desdoblegarme de cualquier culpa que, a mí, se pudiera adjudicar. Ya únicamente puedo bajar la cabeza. Ver nuevos recorridos y esperar.
Intento no pensar. En estos momentos es mejor aferrarme a lo que llevo puesto y no a lo que me falta o necesito.
Despierto. ¿Acaso me dormí?
–No pensar- nuevamente recuerdo.
Miro los edificios, miro las calles y cruzo este río que alguna vez fue digno de serlo. La luz del amanecer, reflejada en los techos brillantes ciega mi vista. Es la advertencia de que me acerco. Me acerco, a donde no deseo llegar.
Gentíos, luces, sonidos y este calor que comienza a quitar el frío que heló a mis dedos. Mi cuerpo que, aunque en vigilia, estaba dormido comienza a despertarse. Agradezco a los murmullos, los ruidos, estos brillos reflejados en mis ojos y a esta calida brisa brindarme sus energías. Será una lastima gastarlas en el lugar al que me acerco pero, indefectiblemente, no deseo llegar.
Espero a estar solo. Seré el último ser que descienda el cordón para dejar de ser uno más.
Tan rápido como el primer tramo comenzó, tan urgente como mi febo amaneció; bajo estas escaleras para pasar nueva e incasablemente a ser otro más.
Vuelve la noche. Adornada de metal. Adornada con esto que no se como llamar. Este apuro para llegar a donde no queremos llegar. Este miedo de saber que pese a que ya es tarde, aun demasiado tarde, debemos de correr. Adornada con esta carrera en la que compito solo y no siempre gano.
Encuentro facilidades para salir al día nuevamente. Facilidades para mi travesía. Luego una calle mas que ahora cruzo y un mundo al que llego sin desear llegar. Un mundo que ni el calor del Sol puede incitarme a contar.
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