lunes, marzo 12, 2007

El aprendizaje.

Siempre en mis escritos me refiero a ciertas personas q marcaron mi trayecto.
¿Puedo seguir hablando de ellos?
Aunq algunos digan -¡Y si q lo dicen!- q eso no es ni elegante ni inteligente, tengo q seguir mostrandoles lo q fueron para mi.
¿Quién si no podrá hacerlo mejor q yo? Q los conozco como amigos, como personas, como nadie en algunos aspectos.
Sé como viven día a día; sé cómo trabajan y cómo descansan; cómo hablan y cómo callan, cómo gozan y cómo sufren. Conozco sus pequeños gestos que sólo pueden nacer de los puros almas.
Yo sería desleal con ustedes si no hablase de ellos. Por otra parte nadie puede pensar que mi elogio tenga ya algún interés.
Ya de ellos he recibido todo cuanto podría pretender; mucho más de lo que quizá yo merecía.
Y no es por gratitud tampoco que siempre hablo de ellos, en todas partes, en todas mis escrituras y en todas mis conversaciones sin ninguna excepción. Hablo de ellos simplemente por necesidad, por la misma razón que los poetas hacen versos y las rosas florecen.
Recuerdo como ellos fueron enseñándome un mundo distinto cada uno; mostrándome sus planes, haciéndome conocer los grandes problemas de sus vidas; y cómo me hicieron distinguir lo posible de lo imposible, lo ideal de lo práctico.
Cada conversación que sostenía con ellos era una lección maravillosa que nunca parecía lección.
Esto no solamente lo digo yo, su más constante discípulo. Lo dicen también todos los que pueden ver más allá de cualquier motivo superficial.
Así, amables y cordiales, haciéndome casi creer que yo les estaba enseñando a ellos, me hicieron conocer todo cuanto era necesario saber para sentir.
De ellos he aprendido por ejemplo a dejar de lado todo lo que es negativo, y a buscar siempre las cosas por hacer, eso q nadie recorre.
Ellos nunca esperaron demasiado de mi y se satisfacieron con muy poca cosa. Yo siempre confié en ellos, sin excepción. Yo no tenía pruebas negativas de sus formas de actuar. Por eso, el defecto que más desprecio y que más me duele de mis amigos o de quien sea es la mentira.
Ahora, en cambio, exijo mucho más de quienes son mis amigos o quienes sean.
Ante todo confieso que no puedo tener a mi lado, conmigo, sino aquellos en quienes creo y confío plenamente. Y en esto pocas veces me equivoqué.
Muchas veces me preguntaron:
-¿Por qué confiaste en mí?
Y yo no supe q decirles. Si les hubiera dicho la verdad debia responderles:
-Porque "sentía"que podía.
Muchas veces ocurre lo contrario, desgraciadamente, y desconfiar se hace a veces demasiado frecuente.Pero "siento" q es lo correcto, y el tiempo siempre me da la razón

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