martes, enero 23, 2007

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Y estoy otra vez en tu casa. No por tu existir, esta vez. Acá estoy, buscando mis zapatos debajo de tu cama. Llegás, me mirás y me recriminás el causarte tanto dolor. ¿Yo? ¿Q no es mejor prevenir q curar?
Mis zapatos no están y quiero irme con ella. Mis zapatos no están y sigo acá, con vos. Te extraño y otra vez me invade esto; el saber q te puedo tener pero q no debo.
Y te tengo ahí y no se cómo estás. Estás ahí, si, pero a veces parece q no. ¿Sabés quién sos al menos? ¿Aprendiste a serte sincero? ¿A romper el orgullo q ante otros todavía mostrás?
¿Sabrás algún día q valés más como sos realmente q como pretendés mostrarte ante el mundo? Tenés miedo de salir, lo sé. Y ¡Oh! Como duele saber q era tu autopista y me derrumbé…
Lastima verte y no verte. Me hiere haberte conocido pero… ¡Q vacío estaría él si no estuvieras ahí! (Si no estuvieran…)
Y si conociera el antónimo de “Gracias” lo citaría acá:
Eso por odiarme.
Eso por perderme.
Eso por no permitirme ser.
Eso por no creer en nadie ni en mí.
Eso por no creer en vos.
Eso… Eso por haberme amado.
Estás ahí y yo con vos. Y lo disfruto. Y no lo quiero. Y sigo ahí. Y lo único q deseo es acariciar tu pelo hasta q te duermas, otra vez. Ansío ver tu inocencia, esa q sólo se nota cuando dormís pero q es tan real como toda la mía el día que Leloir murió.

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